
Fuente: El País
Hazte preguntas y no te cargues tus ideas o las
de otros con el primer comentario negativo que se te ocurra
Siempre existe algún compañero en el trabajo
que se suele poner a la defensiva le digas lo que le digas. Vienes con una idea
y se encarga de desmontarla sin indagar nada a priori. En cambio, hay otros que
ante cualquier cosa, se muestran curiosos y sacan algún aprendizaje. Pues bien,
ambos casos reflejan actitudes bien distintas y que condicionan el partido que
sacamos a lo que nos ocurre.
El primer
caso, refleja una actitud de protección, de miedo o de defensa, donde lo fácil
es cargarse con mil y un argumentos cualquier cosa que suene a amenaza.
Mientras, la segunda actitud, la que se muestra curioso, es la de del
aprendizaje o la del principiante, aunque se tengan 90 años de edad. Ambas
actitudes son posibles y lo que llama la atención es que cuando nacemos, de
manera instintiva tenemos la del principiante y si no, recuerda qué hace un
bebé de unos meses, que intenta tocar todo, explorar todo y tirar al suelo
todo. Su objetivo es conocer y, por supuesto, aprender. Pero algo ocurre en el
camino. Llegamos a adultos y vemos señales de peligro en un sinfín de cosas,
aunque sea una idea inofensiva del departamento de al lado. Podemos decir que
la culpa la tiene el colegio, la enseñanza o el profe Fulanito. Y seguramente,
parte de razón tendremos. Pero dicho esto, no valen las excusas. Tenemos la
capacidad de cambiar y de decidir qué actitud queremos desarrollar.
Cuando caemos en la actitud de protección,
estamos en la mente del experto, que se lo sabe todo, todo (o casi
todo). No se deja sorprender porque está un poco de vuelta. Puede ser un jefe,
un compañero, un padre o aquel amigo que tiene que demostrar que eso ya lo ha
vivido. Se aferra a lo conocido, se centra en el pasado y ante alguna idea
puede decir alguna “frase perla” tipo: “esto aquí ya se ha intentado”. La actitud de protección hace pocas
preguntas, dedica energía a demostrar lo mucho que sabe y suele tender a echar
balones fuera ante un problema. La culpa está siempre en otro. Como es de
esperar, el inmovilismo de las compañías, de las familias y de las sociedades
sucede cuando las personas se encierran en este tipo de actitudes. No hay
escucha y solo demostraciones de saber más que nadie. ¿Te suena? Es una actitud
habitual, pero terriblemente paralizante y frustrante.
Sin embargo, la actitud de aprendizaje es la mentalidad
del principiante y el interés por conocer otras realidades. Se
orienta hacia el futuro y hacia aquello en lo que ha contribuido (¿qué parte de
responsabilidad he jugado en esto?, se pregunta hacia los problemas). Utiliza
mucho la pregunta, porque el motor es la curiosidad. Ante una nueva idea,
indaga y no juzga a priori. Y lo que es interesante, no depende de la edad y
podemos desarrollarla. Al fin y al cabo, todos seguimos siendo curiosos, y si
no recuerda qué interés ponemos en los cotilleos del fútbol, de los famosos o
de la ciencia (cada cual, tiene su área de curiosidad preferente). Además, la
curiosidad nos hace más longevos y por supuesto, nos ayuda a encontrar la parte
positiva a todo cuanto nos rodea.
Pues bien,
si queremos desarrollar la mentalidad de
principiante en un equipo, planteemos como regla de partida el fomentar el
papel del principiante, hacer preguntas, no cargarnos las ideas con el primer
comentario y desarrollar la curiosidad por el otro a través de objetivos
compartidos (por ejemplo, se puede solicitar al que tanto critica que haga
una presentación sobre el área que tiene enfilada, así al menos se preocupará
de conocerlo más). Y si lo que queremos es fomentarla en uno mismo, paremos a
pensar si estoy echando balones fuera o si me pongo en la actitud de “yo ya me
lo sé todo”. Si hacemos eso, comencemos a utilizar preguntas para mostrar un
interés sincero por el otro y a escuchar con mayor atención. Atrevámonos a cuestionarnos. ¿No podremos
estar equivocados en algo? En la medida que despertemos la curiosidad en otros
terrenos, podremos desarrollar nuestra mentalidad de principiante, que tanto
nos rejuvenece por dentro.
A CSIF TARRAGONA, LA MILLOR INFORMACIÓ
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