
Fuente: cincodias.com
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Fedea señala que la desigualdad se reduce más
por el gasto público que por los impuestos
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Las pensiones son el elemento más relevante
para reducir la desigualdad
El sistema fiscal español es en su conjunto progresivo y contribuye a reducir la desigualdad. Sin embargo, las prestaciones públicas son las que desempeñan un papel redistributivo más relevante. Esta es una de las principales conclusiones del Observatorio sobre el reparto de los impuestos entre los hogares españoles publicado por Fedea. El informe, elaborado por los investigadores Julio López Laborda, Carmen Marín y Jorge Onrubia ofrece datos llamativos. Por ejemplo, los hogares que se encuentran entre el 20% más pobre sufren una presión fiscal que solo es superada por el 10% más rico. Un dato anómalo que tiene su explicación. Y otro resultado significativo: si se compara lo que pagan los hogares en impuestos y lo que reciben en prestaciones sobre su renta bruta, el 80% de las familias obtiene de media más del Estado de lo que aporta a través del pago de impuestos.
Para llegar a estas
conclusiones, el informe ordena a los 18,2 millones de hogares por
quintiles de renta. El 20% más rico se divide a su vez en deciles y se separa
al 1% con mayor renta para observar con más detalle el comportamiento en la
parte más alta de la distribución. A partir de la fusión de la Encuesta de
Condiciones de Vida y de la de Presupuestos Familiares, los autores analizan la
incidencia de los impuestos sobre los hogares.
El estudio refleja que, en
2014, la presión fiscal se situó de media en el 27,48% de la renta bruta. En
términos generales, a medida que aumenta la renta se incrementa la presión
fiscal. Sin embargo, no es así para el 20% más pobre, cuyos impuestos representan
el 29% de su renta, una cifra superior a la media (ver el primer gráfico). Ello
se debe a varios factores. En primer lugar, la existencia de bases
mínimas y máximas de cotización tiene un efecto regresivo. Además,
dentro del 20% más pobre, se encuentra hogares con rentas negativas y que
corresponden a autónomos con pérdidas. En este primer tramo (que va desde los
-23.418 euros a 11.789 euros), la incidencia del IRPF es mínima y, en cambio,
juegan un papel más relevante tributos regresivos como el IVA. Cuanto más pobre
es un hogar, mayor parte de su renta destina a consumo. Todos estos factores
explican que la presión fiscal sea especialmente elevada en el 20% de hogares
más pobres. Los autores del informe destacan España no es un caso único en
Europa.
Aun así, el sistema fiscal
en su conjunto es progresivo y ello se consigue a través del impuesto sobre la
renta. Es el único tributo que contribuye a la redistribución, pero su
importancia es tal que logra contrarrestar la regresividad que aportan el resto
de tributos analizados en el informe y que son el IVA, las
cotizaciones sociales y el impuesto sobre las primas de seguro. También el
impuesto sobre el patrimonio es progresivo, sin embargo, su baja incidencia
recaudatoria provoca que su contribución a la redistribución sea residual.
Los impuestos en su
conjunto consiguieron reducir la desigualdad en la renta bruta en un 2,97% en
2014, año de referencia del informe. Antes de la actuación de los impuestos y
de las prestaciones públicas, la desigualdad se situaba en 0,5817 en el índice
de Gini, donde 0 es la igualdad máxima y 1 la desigualdad absoluta. Cuando
los impuestos directos (IRPF) entran en juego, el índice se sitúa en 0,551, es
decir, se reduce la desigualdad.
Sin embargo, su efecto
redistributivo es muy limitado si se comprara con las prestaciones públicas
que, según el informe, reducen la desigual de la renta primaria un 28,9%.
Cuanto menor es la renta, mayor es la importancia de las ayudas
públicas en efectivo (pensiones, prestaciones por desempleo,
invalidez, enfermedad, asistencia social, y ayudas familiares y a la vivienda).
De hecho, para el 20% de los hogares más pobres, las prestaciones públicas suponen
el 67,7% de la renta bruta. El informe relaciona las ayudas públicas con los
impuestos y muestra que, en el 80% de los hogares, las prestaciones públicas
cobradas superan los impuestos pagados. Aun así, en el quintil cuarto (60/80%
de la renta) se registra prácticamente equilibrio. La presión fiscal supone el
26% de la renta bruta y, las prestaciones, el 27,6%. De hecho, un hogar medio
es aportador neto. Ello es así porque su renta bruta asciende a 31.264 euros y,
de este importe, 8.549 euros son prestaciones públicas. Los impuestos que abona
este hogar medio suman algo más (8.592 euros).
Dinamarca
tiene el Estado de bienestar más desarrollado y aplica un tipo único de IVA del
25%, una medida regresiva que en España resulta implanteable
Existe cierto consenso en
el ámbito académico en que las prestaciones públicas son más eficaces que los
impuestos para redistribuir. En este sentido, la principal misión del sistema
fiscal no es tanto reducir la desigualdad, sino lograr recursos suficientes
para sustentar políticas redistributivas a través del gasto. El país europeo
con un Estado de bienestar más desarrollado, Dinamarca, aplica un
tipo único de IVA del 25%, una medida que en España resultaría altamente
impopular por su carácter regresivo. Aquí el debate se centra en bajar el IVA
sobre el cine.
Otra forma de aproximarse
al impacto redistributivo de los impuestos y el gasto público es tomar como
referencia no un año concreto sino el ciclo vital de un hogar. Los datos
muestran que la intervención pública “realiza sobre todo, una redistribución
intrapersonal”. Ser aportador o receptor neto depende, en buena medida, de la
edad.
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