RIESGOS PSICOSOCIALES DEL ACOSO EN EL TRABAJO
Cuando las demandas de nuestro entorno son superiores a nuestra
capacidad de respuesta, aparece el distrés, o estrés pernicioso. Así descrito
su nacimiento, puede interpretarse de forma errónea que surge únicamente de una
limitación del sujeto, de su incapacidad para adaptarse y no como el resultado
de un entorno innecesariamente estresante, mal organizado, violento u hostil;
como habitualmente también suele suceder. Si un trabajador tiene una tolerancia
normal y razonable al estrés y así lo ha venido manifestando a lo largo del
tiempo, resolviendo las distintas situaciones propias de su trabajo conforme se
le han ido presentando, pero a partir de cierto momento el estrés le enferma,
es razonable pensar que es su entorno cercano quien le origina este daño; y dentro de este ámbito, el
trabajo suele ser a menudo su origen, con trastornos psicológicos al inicio y
psicosomáticos más tarde. A la posibilidad de que se produzca este daño de
origen psíquico-laboral es a lo que llamamos riesgo psicosocial, que es la antesala del daño psicosocial.
No solemos hacer una valoración adecuada de la importancia de
estos trastornos psicológicos debido fundamentalmente a un análisis fraccionado
y no global del concepto de salud, pero hoy en día sabemos ya que la salud comprende los
tres ámbitos básicos de desarrollo del ser humano, el biológico, el psicológico
y el social. El desequilibrio de cualquiera
de estos tres ámbitos supone por sí solo un trastorno de salud; pero además, el
daño en cualquiera de estos ámbitos incide en los demás que también se ven
alterados, terminándose el proceso con una alteración global de la salud. La Organización Mundial de la Salud estableció ya claramente
que es el concepto
BIO-PSICO-SOCIAL el
que debe ser tenido en cuenta para entender adecuadamente la salud y por tanto
para establecer los recursos y procedimientos necesarios en materia de
prevención.
En el ámbito laboral el trabajador tiene riesgo de sufrir daño en
cualquiera de estas tres áreas en su persona, pues todas son parte inherente
del ser humano, de ahí la necesidad de una buena evaluación de los riesgos laborales que comprenda todas y cada una
de estas áreas, y que permita establecer los procedimientos adecuados para una verdadera prevención. Si la evaluación se hace, por
ejemplo, sobre el riesgo de daño potencial de una máquina sobre una persona,
pero no se lleva a cabo sobre el nivel de estrés, de carga mental, de
concentración necesaria para su manejo, ante un accidente con esta máquina
podríamos caer en el error de hacer una interpretación equivocada de su causa,
ya que no sería posible discernir el riesgo de daño de la máquina en sí misma,
del riesgo de su manejo en unas condiciones psicosociales inadecuadas.
Del mismo modo, las relaciones sociales en el trabajo suponen un
riesgo potencial, y el daño psicosocial muy a menudo tiene su origen en una
inadecuada forma de comunicación en el seno laboral. Muy frecuentemente se
catalogan como “conflictos personales ajenos al trabajo” a incidentes que
surgen entre trabajadores, dentro del entorno laboral, y con ocasión de la
actividad laboral; es decir que son conflictos laborales y no personales, y cuya resolución corresponde
por imperativo legal a quien tiene la responsabilidad de controlar las formas
de relación y organización internas, impidiendo las maneras violentas de
relación, humillantes, vejatorias, discriminadoras o dañinas.
CSI-F reclama el ejercicio de esta responsabilidad por parte de la
administración para que se pueda hacer efectiva una verdadera prevención de
los riesgos psicosociales, y de los daños derivados de su falta de control. De la misma
forma que tú eres responsable de la resolución de los conflictos que surgen en
tu casa, en el lugar de trabajo es la administración la responsable de su
solución y prevención. No permitas que se califique de “conflicto personal” lo que es un
accidente laboral ni prevenido ni resuelto adecuadamente.
CSIF, SALUD LABORAL
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