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Las autoridades suecas creen que una
jornada laboral más corta ayudará a los trabajadores a sentirse mejor física y
mentalmente y rendir más. Por eso han puesto en marcha una prueba piloto que,
por el momento, afecta a los empleados municipales de Goteburgo. Su rendimiento
se comparará con el de otro grupo de trabajadores que hará la jornada
completa, de siete horas en Suecia.
La intención es incentivar a
las personas para aumentar su eficiencia, ahorrar dinero
público y dar oportunidades laborales a personas en paro. Si el proyecto
da resultado, se ampliará a otros sectores y lugares, pero ¿podríamos plantear
que la medida llegue algún día a España y al resto de Europa?
La medida, anunciada hace unos meses y tildada de electoralista
por algunos, ha provocado unacadena de reacciones entre sus partidarios y detractores.
La mismísima Alemania ha abierto un debate sobre la conveniencia de introducir
la semana laboral de 30 horas y, en Francia, el nuevo ministro de Economía se
ha mostrado dispuesto a permitir que las empresas deroguen la semana laboral de
35 horas si hay “acuerdos mayoritarios” con los empleados. En España, Podemos
también ha planteado reducir la jornada laboral a 35 horas semanales.
Los españoles pasamos en el trabajo una media de 1.720 horas
al año, 26 más
que los ingleses, 41 más que los italianos, 58 más que los suecos,
65 más que los alemanes, 92 más que los daneses y 125 más que
los franceses. Y aun así, la Unión Europea nos tiene bajo la lupa por la baja
competitividad y productividad de nuestra economía.
Lo cierto es que aquí nos centramos menos: son muchos los que
paran a media mañana para salir a desayunar, las reuniones se prolongan
sistemáticamente más allá de lo previsto, la comida dura dos horas y la
jornada laboral se extiende hasta las siete de la tarde o más. Al salir del trabajo, sólo
queda tiempo para la cena y un rato de sofá y televisión en la agenda de la
mayoría de los trabajadores.
Esta mala costumbre de las jornadas laborales interminables
es una herencia de los años 40, cuando ajustamos el reloj al de la
Europa invadida por los nazis. Hasta entonces nuestros horarios eran muy
parecidos a los europeos: comíamos a mediodía y cenábamos entre las siete y las
ocho.
[También de interés: ¿Son
nuestros sueldos demasiado altos todavía?]
La primera experiencia piloto de reducción de la jornada se
hizo en una fábrica de automóviles, también en Goteburgo, y
los resultados fueron alentadores según los empresarios. Ahora el Ayuntamiento
de la ciudad espera que la medida ayude a ahorrar costes, reducir el absentismo
y mejorar la productividad.
Según Eurostat, la productividad de los españoles es de 107,1 puntos
por hora, algo superior a la media de 100 puntos de la UE,
aunque lejos de los 124,8 puntos de Alemania o los 132,5 de Bélgica. Por su
parte, la OCDE compara
la productividad de sus países miembros con su PIB y llega a la conclusión de
que los empleados más productivos tienden a pasar menos horas en la oficina. En
la misma línea se pronuncia la Organización Internacional del Trabajo, cuyos
responsables comentaban ya en 2012 que el exceso de trabajo repercute en una
peor salud. En el otro extremo se cuestionan si es justo cobrar lo mismo, si se
trabaja menos horas.
En muchas empresas
españolas se mantiene la cultura de premiar la permanencia en el puesto de trabajo, en
lugar de valorar por objetivos. De acuerdo con distintos informes sobre empleo
de la Unión Europea, España tiene
tiempos de trabajo más extensos que la media comunitaria en once de los catorce
sectores analizados y
es el país con la tercera jornada más larga en las actividades de transporte,
construcción, comercio, servicios empresariales, finanzas y servicios sociales.
Sólo trabajan menos que la media los empleados de las administraciones públicas
y los de los ámbitos de salud y educación. De partida, en España también podría
plantearse el modelo sueco, el asunto es saber cuándo hacerlo y con qué
finalidad.
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